lunes, 25 de abril de 2011

Ha llegadoo el día que tenía que llegar;
ahora tengo pena, pena de verdad.
No sé qué hacer con lo que me queda de vida
no sé si emparejarme o vivir en la soledad.

Si me emparejo tengo un lio enorme
porque quiero enamorarme de un buen hombre
que, además sea de mi total gusto y que
mi alma vibre cuando pronuncie su nombre.

Si acepto mi soledad como eterna compañera
tendré aquella libertad de la que gozo,
sin nadie que controle mis paso
ni nadie que me absorbe del todo.

Si me emparejo tendría tardes en compañia
regalos en cada cumpleaños...
cenas románticas a la luz de las velas
y seguro muchos besos de mi amado.

Si acepto a mi soledad como eterna compañera
disfrutaría, quizas, de viajes con las amigas
de cuantos hombres yo quisiera
pero de una vida completamente vacía.

Y si me emparejo ¿podría gozar
de una vida completamente feliz?
- ¡Quien sabe hija mía!
eso lo tienes que vivir.

Soy la dudas con patas 
la ambigüedad en persona.
Disfruto de tu compañía pero también
me siento a gusto sola cada día.